martes, 15 de noviembre de 2011

La obesidad causa el 20% de los cánceres.

La obesidad desencadena el 20% del total de cánceres y es, junto al tabaquismo, el principal factor evitable que favorece la aparición de esta enfermedad, según han evidenciado diversos expertos reunidos en el marco del "X Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo)" en Barcelona del 19 al 21 de Octubre de 2011.

Barcelona (España).- "Si prevenimos la obesidad prevenimos el cáncer", ha señalado el jefe de la Unidad de Nutrición, Ambiente y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO), Carlos González.

De hecho, la obesidad está relacionada con los cánceres del aparato digestivo --esófago, colorrectal y páncreas--, además de otros de origen hormonal como el de mama y endometrio, y en el caso concreto del cáncer colorrectal los expertos han señalado que cada kilo extra de peso aumenta un 3% el riesgo de sufrir este tipo de tumor.

La proporción del cáncer debido a la obesidad es de entre el 15% y el 30% en los tumores colorrectales, del 45% en los de endometrio, del 43% en el adenocarcinoma de esófago, del 20% en el de páncreas, de un 20% en el de mama en mujeres postmenopáusicas y de casi un 30% en los tumores de la vesícula biliar.

"Se debería asumir una actuación mucho más decidida por parte de la administración", ha terciado González en un comunicado, en el que también se ha señalado que la obesidad está relacionada con la interacción de los genes con diversos factores ambientales como la alimentación, el ejercicio y los estilos de vida.

Fuente: "X Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo)".24/10/2011

No tomar agua podría elevar el azúcar en sangre


Las personas que beben menos de un par de vasos diarios de agua serían más propensas a desarrollar niveles de azúcar en sangre anormalmente altos, según reveló un estudio reciente. 


Cuando eso ocurre, aunque no de manera suficiente como para encajar en la definición clínica de diabetes,los médicos consideran que la persona tiene “prediabetes”. En el nuevo estudio, los adultos que bebían medio litro de agua (dos vasos) o menos por día eran más propensos que los que bebían más agua a tener los niveles de azúcar en sangre en el rango prediabético.
Esto demuestra una correlación entre el consumo de agua y el azúcar en sangre, pero no prueba una relación causa-efecto entre ambos, según confirmó la autora principal, Lise Bankir, del instituto francés de investigación INSERM.
Aun así, la relación sería biológicamente viable, aclaró Bankir. Una hormona llamada vasopresina podría ser el eslabón perdido. La vasopresina, u hormona antidiurética, regula la retención de líquido en el organismo. Cuando nos deshidratamos, sus niveles aumentan para que los riñones conserven agua.
Pero algunos estudios habían sugerido que altos niveles de vasopresina también elevarían la glucosa (azúcar) en sangre. Hay receptores de vasopresina en el hígado, el órgano que produce la glucosa en el organismo. Los resultados surgen de 3.615 adultos franceses, de entre 30 y 65 años, con niveles normales de glucosa en sangre al inicio del estudio.
Un 19 por ciento dijo que bebía menos de medio litro de agua por día; el resto consumía un litro o más. En los nueve años siguientes, 565 participantes tuvieron niveles anormalmente elevados de azúcar en sangre y 202 desarrollaron diabetes tipo 2.
Cuando el equipo analizó el nivel de riesgo de los participantes, según el consumo de agua, halló que los que bebían por lo menos medio litro por día eran un 28 por ciento menos propensos a tener un aumento de la glucosa en sangre que los que bebían menos agua aún. Pero no se observó una relación estadísticamente sólida entre el consumo de agua y el riesgo de desarrollar diabetes.
Una explicación obvia de la conexión con el aumento del nivel de glucosa en sangre sería que las personas que beben poca cantidad de agua consumirían más bebidas azucaradas.
Pero el equipo consideró el consumo de ese tipo de bebidas y alcohol, como así también el peso, el ejercicio y otros factores asociados con la salud, y la relación entre el bajo consumo de agua y el alto nivel de glucosa en sangre se mantuvo.
“Las conductas más saludables que están asociadas con un mayor consumo de agua podrían explicar la relación observada”, escribe el equipo. Según Bankir, se necesitan más estudios para confirmar estos resultados. Pero, por ahora, recomendó reemplazar con agua las bebidas azucaradas ricas en calorías.
Fuente: Salud Plena - Nota del 02/11/2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

Cuerpo y Mente: ¿amigos o enemigos?

Cuerpo y Mente. Pensemos en ambas palabras por unos instantes... Ahora estamos en condiciones de hacernos el siguiente planteo: ¿Cómo es que van por sendas diferentes del pensamiento si al fin al cabo son parte de lo mismo: una persona?

Quiero aclarar algo fundamental antes de llegar al climax de este post: no soy psicóloga, no soy científica de ninguna rama, ni filosofa, ni estudiante de ninguna estas carreras o similares, simplemente me estoy tomando el atrevimiento de desarrollar por escrito una idea, una reflexión sobre nuestro comportamiento como especie humana, y compartirla con la esperanza de encontrar en tu opinión una nueva idea y así continuar alimentando este ciclo de reflexiones compartidas para lograr una mejor calidad de vida día a día y poco a poco.

Dicho esto, reflexionemos juntas: Cuerpo y Mente. Esta división moderna de lo que conforma a una persona debería ayudarnos a entendernos un poco más a nosotras mismas, aunque en ocasiones nos dé la sensación de que nos juega en contra, sobre todo en lo que se refiere a cuidar nuestro Cuerpo. ¿Qué pasa cuando nuestra Mente nos declara la guerra y sencillamente se niega a ayudarnos a elegir las opciones saludables? Voy a reformular esta pregunta: ¿Cómo es que existe la posibilidad de que nuestra propia Mente se rebele ante nuestro deseo de mejorar?

Si lo pensamos por más de unos segundos, esta última pregunta corre el riesgo de tornarse incoherente, pero la realidad que nos rodea nos demuestra lo contrario: la posibilidad no sólo existe, sino que hasta la podemos catalogar en casos más extremos en las adicciones y demás enfermedades psicológicas y psiquiátricas.

Sin dirigirnos a esos extremos, que requieren ser tratados por profesionales por su gravedad y no debatidos como una reflexión, quiero llegar a una conclusión sobre cómo podemos hacer que esta separación Cuerpo-Mente sea funcional en nuestro día a día y nos ayude a alcanzar la tan deseada "Armonía", a la cual no podemos llegar con la cosmética y las cirugías. En este punto se me ocurre cuál podría ser el nexo conector entre el Cuerpo y la Mente: Autoestima.

Si bien la Autoestima es un proceso de evaluación que pasa en mayor parte por nuestra Mente, también podemos sentirla en nuestro Cuerpo, y trabajarla tanto desde afuera hacia adentro (Cuerpo hacia Mente)  como de adentro hacia afuera (viceversa).

En esta oportunidad, en lugar de exponer la idea completa y revelar el Punto, quiero hacerte la siguiente propuesta: Dejá tu comentario contando tu propia experiencia sobre cómo se llevan tu Cuerpo y tu Mente e invitá a tus amigas y seres queridos a participar de este post también. El día lunes 7 de Noviembre voy a postear la conclusión sobre este experimento: cuál es el verdadero nexo conector y cómo hacer para alcanzar la armonía Cuerpo-Mente.

Espero tu comentario. Hasta el próximo post y ha experimentar!
Romina Larrondo

5 alimentos que pueden desencadenar un accidente cerebrovascular

La dieta es un elemento clave si queremos llevar una vida saludable. Por eso los nutricionistas no paran de darnos pistas para cuidarnos por dentro y por fuera. Aquí tienes los potenciales enemigos de tu salud, evítalos y vivirás más y mejor.


Ni botes ni latas. En tu cesta: productos frescos, mucho verde, carne blanca y pescado.

1. GALLETAS, PATATAS FRITAS Y BOLLERIA INDUSTRIAL
La lista de estos productos es interminable y el denominador común de todos ellos es que contienen un alto contenido de grasas trans, el enemigo número uno de nuestras arterias. En las etiquetas figuran como "parcialmente hidrogenado" o aceites hidrogenados, y se encuentran en todo tipo de snacks, alimentos congelados y productos horneados, incluyendo aderezos para ensaladas, palomitas de microondas, mezclas de relleno, congelados , etc. Los peores se esconden en los alimentos más sabrosos, de preparación rápida como aros de cebolla, patatas fritas y similares.
¿Por qué es malo? Bloquean las arterias, aumentando las concentraciones de lípidos y el colesterol malo en la sangre y la reducción del colesterol bueno. Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte encontraron que las mujeres que comían siete gramos de grasas trans al día (dos donuts o la mitad de una porción de papas fritas) tuvieron un 30 % más de accidentes (de tipo isquémico) que las mujeres que consumían solo 1 gramo al día. Otro estudio, realizado también en las mujeres, demostró que las grasas trans promueven la inflamación y altos niveles de proteína C-reactiva (PRC), un marcador de riesgo cardiovascular producidopor el hígado y por las células grasas (adipocitos), relacionado con el infarto de miocardio, el ictus y otros ataques agudos cardiovasculares.
¿Qué hacer? Limitar el consumo de grasas trans a 1 ó 2 gramos al día. Evitar la comida rápida (sobre todo los fritos) y mirar las etiquetas de los alimentos envasados ​. Es recomendable hornear tu propio pan, pasteles... Buscar comida sana, snacks alternativos como galletas de grano integral, palitos de sésamo…

2. AHUMADOS Y CARNES PROCESADAS
Si tu debilidad es el salame, las salchichas, la panceta o un sándwich de ahumados, ¡cuidado con abusar!
¿Por qué es malo? Están sometidos a procesos de conservación que implican grandes dosis de sodio y conservantes. El nitrato de sodio y nitrito afecta a los vasos sanguíneos, haciendo que las arterias se endurezcan y se estrechen.
Muchos estudios relacionan el consumo de carnes procesadas con la enfermedad arterial-coronaria y el consumo de embutidos y ahumados se relaciona con un mayor riesgo de diabetes y una mayor incidencia de numerosos tipos de cáncer, incluyendo leucemia.
¿Qué hacer? Si a media mañana sueles decantarse por sándwich de ahumados, jamón o cualquier otro embutido, trata de variar tu dieta, ¿qué tal uno vegetal o de atún? También puedes cocinar pavo o pollo y cortarlo en lonjas finas para hacer sándwiches caseros.

3. REFRESCOS LIGHT
Reemplazar las bebidas azucaradas por su versión light parece una solución inteligente para mantener el peso adecuado - un objetivo saludable para el corazón— pero resulta que este tipo de refrescos aumentan las opciones de sufrir un derrame cerebral.
¿Por qué es malo? Las personas que toman una bebida gaseosa (dietética o light) aumentan hasta en un 48 % su posible riesgo de accidente cerebrovascular. Según un estudio de la Universidad de Columbia que siguió a 2.500 personas mayores de 40 años, beber un refresco al día aumenta en un 60 % el riesgo de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos y enfermedad arterial coronaria que aquellas que no tomaban refrescos light.
¿Qué hacer? Sustituirlos por agua, es lo más saludable para calmar la sed. Si no eres capaz inténtalo con limonada, té helado o cualquier otro jugo natural de frutas o vegetales (de poder ser recién exprimido y con la cantidad justa de azúcar o sal).

4. CARNE ROJA
Según publica la revista 'Stroke', las mujeres que consumen una gran porción de carne roja cada día aumentan en un 50 % las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular. El porcentaje es tan alto que asusta, pero se trata de un estudio sólido y veraz, puesto que los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar las costumbres alimentarias de 35.000 mujeres suecas durante diez años.
¿Por qué es malo? Las grasas saturadas de la carne roja obstruyen las arterias debido a una acumulación de placas de proteína. Ahora resulta que la hemoglobina, el ingrediente que le da la carne roja de su alto contenido de hierro, pueden representar un peligro concreto cuando se trata de un derrame cerebral. Los investigadores están estudiando si la sangre se vuelve más gruesa y más viscosa, como resultado del consumo de hierro.
¿Qué hacer? Consumir carne de aves de corral -en particular, carne blanca - y pescados, más bajos en hierro que la carne roja. También, elegir fuentes de proteínas más saludables para el corazón como legumbres, frutos secos, tofu o lácteos descremados.

5. SOPAS DE SOBRE Y ALIMENTOS PREPARADOS
La dosis de sodio y de otros conservantes que contienen los alimentos congelados, precocinados, enlatados y demás envases suponen un peligro real para la salud.
Según los nutricionistas es el peor delincuente que hay. Por eso, hay tantas campañas en pro de una alimentación más sana y natural, basada en productos frescos, de mercado. Incluso las autoridades han 'exigido' a las empresas que reduzcan el contenido de sal en un 20 % en los próximos dos años.
¿Por qué es malo? La sal o el sodio -como se llama en las etiquetas de los alimentos- está directamente relacionado con el riesgo de ictus. En un estudio reciente, las personas que consumían más de 4.000 mg de sodio por día tenían más del doble el riesgo de ictus en comparación con los que comieron 2.000 mg o menos. Sin embargo, los Centros para el Control de Enfermedades estiman que la mayoría de los estadounidenses consumen cerca de 3.500 mg de sodio por día. Los estudios demuestran que el sodio aumenta la presión arterial, el principal factor causante de un accidente cerebrovascular. Y una advertencia: el sodio lleva muchos disfraces complicados de entender para el común de los mortales, que le permite ocultarse en todo tipo de alimentos que no necesariamente aparecen catalogados como salados. Seguro que te suenan ingredientes como bicarbonato de sosa, levadura en polvo, MSG (glutamato monosódico), fosfato disódico, alginato de sodio… que realmente significan sal.
¿Qué hacer? Cocina tus propias sopas y guisos caseros para congelarlo en porciones individuales. A la hora de comprar, lee las etiquetas cuidadosamente y elige aquellas variedades bajas en sodio.

Hablemos de alimentación sana...


Cuando de hablar de comida sana se trata, son muchas las preguntas que surgen y que, por lo general, permanecen sin resolver:¿Qué es la alimentación sana? ¿Es la comida algo cultural difícil de cambiar en los hábitos de las personas? ¿Qué tan bueno o malo para la salud es ser vegetariano? ¿Existen mitologías acerca de la comida, muchas de ellas inconvenientes para la salud? ¿Qué tan bueno o malo son la sal, el azúcar, las grasas, etc.? En fin, son muchos los interrogantes que se nos abren al establecer la manera cómo vamos a comer o al comentar con alguien nuestros hábitos alimenticios.
En esto, como en todas nuestras realidades, no hay última palabra. Por eso queremos abrir esta discusión proponiendo uno de esos listados que frecuentemente encontramos en las revistas y que apuntan a establecer unas pautas sobre qué es lo sano al comer. Bueno, esto es apenas el punto de partida; queremos que intervengan nuestros lectores, especialistas o no, y que complementemos este listado: en últimas el listado válido es el que tú establezcas, el que te sea útil y con el que tú seas capaz de ser consecuente.

1.- Escucha a tu cuerpo. No comas si no tienes hambre: En su lugar toma un zumo natural, una fruta, una pequeña ensalada o un vaso de agua. De la misma manera, no pases hambre si tienes apetito. Si tienes la costumbre de comer en horarios regulares cuando no tienes hambre, tu hígado sufrirá con excesivo ajetreo.

2.- Bebe de 8 a 12 vasos diarios de agua mineral ya que ayuda a limpiar el hígado y los riñones y a perder peso. El cuerpo necesita pequeños y frecuentes sorbos de agua, de otra manera las células se encogen por deshidratación y sus membranas se secan.

3.- Evita consumir grandes cantidades de azúcar, especialmente azúcar refinado, ya que el hígado lo convertirá en grasa y colesterol. Llegará un momento en el que los triglicéridos de la sangre serán demasiado elevados y esto está asociado con un incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.

4.- No te obsesiones midiendo las calorías. Adoptemos la costumbre de comer menos, parando una vez que el apetito ha sido saciado. Es mucha más la gente que muere por comer en exceso que por defecto. La pérdida de peso vendrá de la mano con la mejora del funcionamiento del hígado. ¿Por qué preocuparse mirando lo rápido o lo lento que el cuerpo pierde peso?

5.- Evita los alimentos a los que puedas ser alérgico o que sepas por experiencias pasadas que no te sientan bien. Mastica la comida lenta y concienzudamente, ya que la digestión comienza por la saliva cuando ésta se mezcla con los alimentos en la boca.

6.- Presta atención a la buena higiene intestinal. No calientes nunca la comida más de una vez y siempre lávate las manos antes de comer. Evita especialmente las carnes en conserva.

7.- No comas si te sientes tenso o ansioso ya que durante estos estados la corriente sanguínea es desviada de los intestinos e hígado a otras zonas del cuerpo.

8.- Procura adquirir productos biológicos frescos y libres de pesticidas. Si consumes huevos y pollos, que sean siempre de corral.

9.- Obtén las proteínas de diferentes fuentes, incluidas las legumbres. Hay muchos platos en los cuales la proteína se obtiene de las legumbres, granos, cereales, frutos secos y semillas. Las proteínas de primera clase procedentes de la combinación de estas fuentes son tan completas como las proteínas de origen animal y contiene los 8 aminoácidos esenciales.

10.- Elige bien el pan y el relleno. Es importante comer solamente pan de buena calidad. En una tienda de comida natural puedes conseguir pan que no contenga sustancias artificiales. Prueba distintas variedades de pan para encontrar el que mejor te funcione, prueba el de centeno, de trigo, de maíz, de avena, de cebada y demás que puedas encontrar en tiendas de alimentos naturales. Para algo más ligero, prueba crackers de arroz, de centeno o pan de pita (árabe) sin levadura.

11.- Evite el estreñimiento comiendo mucha fruta fresca y vegetales y bebiendo agua a lo largo del día. Evitando el estreñimiento evitarás el crecimiento de organismos no deseados en el intestino grueso.

12.- Evita las grasas saturadas o en mal estado. Estas grasas insalubres pueden dañar el hígado con los cambios característicos de un “hígado obeso” similar a aquel de los consumidores de alcohol. El tipo de grasa que ingerimos diariamente es importante para la salud y la longevidad y tendrá más influencia que ninguna otra cosa sobre el funcionamiento del hígado y el peso.